Por Pablo Deheza
El 76% de las 818 emprendedoras encuestadas en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz se considera a sí misma como jefa de hogar.
Liderazgo
En Bolivia, el 70% de las micro, pequeñas y medianas empresas (PyME) son lideradas por mujeres que en su mayoría se autoidentifican como jefas de hogar, tienen un nivel de educación secundaria, técnica y universitaria, muchas lidian con la informalidad.
La necesidad, la flexibilidad para conciliación de vida familiar y laboral, y el desafío personal son las motivaciones principales para que las mujeres emprendan un negocio. La mayoría de ellas se encuentran en un mercado informal y deciden permanecer allí porque las complejidades impositivas, la falta de capacidad económica para cumplir con la regularidad y la desinformación, prejuicio y desconfianza en la administración pública, destaca la reciente investigación sobre el perfil de la mujer emprendedora en Bolivia, estudio realizado por el Instituto de la Mujer y Empresa (IME) de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El nivel de educación más común entre las emprendedoras bolivianas es el de la educación secundaria, de cada 10 mujeres emprendedoras solo 2 tienen educación primaria. “Las emprendedoras bolivianas son mujeres capacitadas; 8 de cada 10 cuentan con estudios de secundaria, técnico o universitario”, destacó Xiomara Zambrana, directora Nacional del Instituto de la Mujer y Empresa (IME) de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), citando la reciente investigación sobre el perfil de la mujer emprendedora en Bolivia. Esta sólida base educativa refleja el potencial y la preparación de estas emprendedoras para enfrentar y superar los desafíos empresariales.
El estudio destaca que el 76% de las 818 emprendedoras encuestadas en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz se considera a sí misma como jefa de hogar, mientras que el 56% es propietaria de su propia casa. Estos datos subrayan la capacidad de liderazgo y autonomía de estas mujeres en el ámbito familiar y económico.
Además, el 76% de las emprendedoras utiliza el Internet, de las cuales el 41% lo emplea para impulsar su negocio. Respecto a la propiedad de sus negocios, el 72% de las mujeres encuestadas es la única propietaria, mientras que el 12% comparte la propiedad con su esposo o pareja, el 11% con alguien de su familia y el 3% con una tercera persona o socio no familiar. Estos datos reflejan una fuerte independencia y control sobre sus emprendimientos.
En cuanto a las formas de cobro, todas las emprendedoras bolivianas prefieren el pago en efectivo. El segundo medio más utilizado es el código QR por su facilidad transaccional; en tercer lugar, se encuentran las transferencias bancarias y, finalmente, el cobro por tarjeta de crédito o débito y otros pagos como Tigo Money. Esto pone en evidencia que, aunque muchas de las emprendedoras están bancarizadas y usan medios electrónicos de pago, el uso de servicios financieros como las tarjetas de débito y crédito sigue siendo limitado.
El objetivo del estudio fue revelar las rutas que transitan las emprendedoras bolivianas que desarrollan su actividad económica en la informalidad, caracterizar sus diversos perfiles y entender las dinámicas de sus emprendimientos. Esta información es vital para formular recomendaciones que eliminen los obstáculos y desarrollen proyectos y programas pertinentes para ellas.
La investigación mostró asimismo que las emprendedoras también generan empleo, aunque precario. De cada 10 mujeres emprendedoras, 6,4 emplean a otras personas, principalmente familiares y también mujeres (61%).
El estudio revela que el emprendedurismo femenino en el país es diverso y múltiple, lo que impide construir un perfil único.
“Empecé hace cuatro años mi emprendimiento desde cero, aprendiendo el oficio y administración mientras buscaba financiamiento”, cuenta Laura Delgadillo, una estilista de 30 años, dueña de un salón de belleza. Como muchas otras, Laura inició su negocio sola y, a medida que sus ingresos mejoraron, amplió sus servicios y contrató ayuda.
Las emprendedoras se inclinan más por el sector del comercio (65%), seguido por los servicios (20%) y la manufactura (7%), especialmente la elaboración de alimentos. Otro dato relevante es que el 72% de los negocios son de propiedad única de la emprendedora, el 12% lo comparte con su esposo o pareja, el 11% con alguien de su familia y el 3% con una tercera persona o socio no familiar. En cuanto al capital semilla, el 57% de los negocios se financian con ahorros propios, el 28% con préstamos de entidades financieras, el 11% con préstamos de familiares y el 4% restante con prestamistas y otros medios.
Santa Cruz es el lugar donde hay más economía informal, pero a la vez es el motor económico del país. Verónica Ágreda, CEO del IME y rectora de Unifranz, destacó que el estudio permite conocer mejor los emprendimientos de las mujeres y entender las dinámicas de la informalidad y formalidad. “El street data, la información desde la calle, nos muestra las cosas como realmente son. Muchas veces criticamos la economía informal sin darnos cuenta de que el sistema es interdependiente. Las causales para dar el salto a la formalidad no dependen solo de la voluntad, sino también de políticas públicas, servicios financieros y programas de capacitación”, afirmó Ágreda.
Según datos del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), en Bolivia el 95% de las empresas son micro, pequeñas y medianas, y el 70% de ellas es liderada por mujeres, la mayoría en la economía informal. Estas mujeres crean empresas para garantizar su subsistencia y la de sus hijos, con el 56% de ellas registradas formalmente, siendo la patente municipal (32%) el registro más común, seguido de la licencia de funcionamiento (25%) y el NIT (24%).
El perfil de la mujer emprendedora en Bolivia es diverso y complejo, influenciado por factores sociales, económicos y culturales. La edad promedio de las emprendedoras es de 39 años, con variaciones regionales. Si bien los perfiles tienen una relación directa con el nivel de instrucción, edades productivas, digitalización y bancarización, la diversidad de perfiles también está relacionada con la actitud emprendedora, los gremios y los emprendimientos circunstanciales.
Si bien el emprendedurismo es un camino que empodera a la mujer boliviana, también es uno de grandes sacrificios. “A pesar de la mayor flexibilidad temporal y de decisiones al emprender, la presencia de contratos laborales, vacaciones pagadas y seguridad social es excepcional en lugar de ser la norma en diversas ciudades”, puntualiza el informe del estudio.
El estudio concluye que entender estas dinámicas y apoyar a las mujeres emprendedoras con políticas y programas adecuados es fundamental para su éxito y el desarrollo económico del país.
Fuente: La Razón
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